lunes, 14 de febrero de 2011

La esperada gala




Y llegó Sinde. Era el momento más esperado desde hacía varias semanas. Sobre la alfombra roja y compañada por un séquito de ministros, se cruzó, aunque sin mirarle, con De la Iglesia, quien lucía una desmesurada sonrisa ‘profident’, algo falsa. Y llegó la hora de posar, y lo hicieron muy bien por cierto, pues en juego estaba el Goya a Mejor Actor y Actriz Principal.

Pero poco duró esa falsa complicidad. En su monólogo inicial, Buenafuente, no reparó en bromas sobre la famosa Ley y el conflicto desatado por ésta, lo que dejó al descubierto alguna que otra sonrisa forzada, de esas que parecen decir “ya basta”, que incluso parecían intimidar al propio presentador, quien en esta ocasión dirigió la gala con menos acierto que el año pasado.

Puede que fuera la tensión que se respiraba en todo el Teatro Real lo que hizo que los allí presentes no se rindieran al cómico catalán. Pues pudimos ver caras de desagrado en algunos de los ‘sketchs’ que tuvieron lugar a lo largo de las más de 3 horas que duró la ceremonia. El propio Álex de la Iglesia no parecía muy entusiasmado con el trailler que rezaba así: “¿Qué pasaría si Balada Triste de Trompeta fuera un cómic de Marvell?”. Cierto es que no había por donde cogerlo, pero el director tampoco se molestó en disimular el desagrado que le produjo.

Otro de los ansiados momentos fue el discurso del ya ex director de la Academia. Se esperaba una mención a la polémica “Ley Sinde”, y la hubo. A la que definió como “la lucha de cada uno por sus convicciones”. Y prosiguió diciendo, “hacemos mucho ruido, pero es que esta vez, hay muchas nueces. El choque de posturas es siempre aparatoso y tras él surge una nube de humo que impide ver con claridad. Pero la discusión no es en vano, no es frívola y no es precipitada”. No olvidó mencionar la revolución de Internet, el causante del conflicto, y subrayó la necesidad de respetar a los ciudadanos pues “nosotros hacemos cine porque los ciudadanos nos permiten hacerlo y les debemos respeto y agradecimiento” puntualizó.

De la Iglesia aprovechó para agradecer los dos “años más felices” de su vida y despedirse bromeando sobre quien será el próximo presidente de la Academia, sobre el que dijo: “ya me cae bien, no sé quien será pero ya le quiero”. En ese mismo instante las cámaras de tve apuntaron a Icíar Bollaín, quien se perfila como sucesora, y a la cual, por su cara de incredulidad, no le debió hacer demasiada gracia el apunte del director, pues parece que a ella no le “cae” del todo bien.

Una gala en la que, además, hubo tiempo para actuaciones musicales; intervenciones estelares como la de Juanjo Puigcorbé y Rosa María Sardá; momentos emotivos con Pasqual Maragall; pánico con el espontáneo Jimmy Jump, reivindicaciones por parte de los “Anonymous”…

Y así, se puso punto y final a la que debería haber sido la gran fiesta del cine español.

Cristina Muñoz Fritsch.

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