martes, 15 de marzo de 2011

Japón vive uno de sus peores momentos bajo alerta nuclear

(Imágen del tsunami que cubrió Miyagi. elpais.com)

Sabían que pronto llegaría el día, que tendrían que estar preparados para sufrir y, sobre todo, resistir a uno de los peores terremotos que sacudiría el país. Pero lo que no podían imaginar es que ese ‘monstruo’ al que estaban esperando y para el que llevaban toda una vida preparándose, creando las más resistentes construcciones antisísmicas, organizándose desde niños, realizando simulacros casi a diario…, se convertiría en la mayor catástrofe que ha vivido Japón desde la II Guerra Mundial.



Y es que tras un primer terremoto, ocurrido dos días antes, al que nadie dio importancia (pues están acostumbrados a ellos), llegó uno mayor, precedido de temblores de menor grado. Un seísmo que alcanzó los 8,9 grados en la escala Richter y que provocó un fuerte maremoto que, convertido en tsunami, arrasó la costa japonesa y con ella, todo lo que encontraba a su paso.



Una catástrofe en la que lo peor es el número de víctimas, dejando hasta ahora un balance de más de 3.000 fallecidos, aunque las autoridades temen que la cifra supere los 10.000, y de casi 7.000 desparecidos.

A todo esto se suma el accidente sufrido en algunas plantas nucleares de Fukushima, una de las zonas más castigadas por el terremoto y el tsunami donde, debido a los elevados niveles de radiactividad, han sido evacuadas más de 200.000 personas. Un accidente que pone en tela de juicio las centrales nucleares de todo el mundo y la necesidad de prescindir de ellas.



Cabe destacar el comportamiento de los japoneses ante esta tragedia. Nada alterados, haciendo vida normal. Y sin apenas saqueos, los ciudadanos hacen, educada y pacientemente, colas para abastecerse de comida y combustible, que poco a poco se acaban.

Pero la tragedia no termina aquí, todavía se siguen produciendo réplicas, más de 200, desde que se produjo el terremoto de casi 9 grados en la escala de Richter, además, aún se espera que pueda llegar otro tsunami. Y los tanatorios ya no dan abasto para almacenar cadáveres.

Cristina Muñoz Fritsch.

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